Hace muchos meses ya os contamos que habíamos colocado unos dibujos plastificados en las ventanas del aula de música. Los cristales tan grandes, cuando la luz del sol se refleja de una determinada forma, engañan a los pajarillos, que acaban chocando y muriendo de distintas maneras: con el cuello roto, con la cabeza rota, asfixiados, etc.
A muchos los encontramos al salir de la escuela, donde justamente intentamos aprender a respetar el entorno. Además, no es especialmente agradable recoger el cadáver de un ave cada dos días a la salida de clase. Por eso decidimos hacer las pegatinas, para que las vieran y se dieran cuenta que allí hay unos cristales bien duros.
Por extrañas y misteriosas razones los dibujos desaparecieron. Hicimos dibujos de nuevo. Y han vuelto a desaparecer. Había cerca de veinte y ahora apenas quedan cuatro o cinco. Es una pena mayor aún si pensamos que estaban hechos por los niños, en su tiempo libre, de forma voluntaria, y con gran esfuerzo en todos los casos. Volveremos a hacerlos. Ante los misterios, no queda otra opción.
El pájaro de la foto es un camachuelo común macho. Uno de los seres más bonitos que estas semanas rondan por el pueblo, buscando poco a poco territorios más al norte un poco más frescos. Ha sido la última víctima de los cristales, aunque, con un poco de suerte, podrá contarlo a sus pollos nacidos esta primavera.